Empoderamiento para ciudadanos interesados en hacer valer sus derechos y crecer. Esta y otras frases similares suenan reiteradamente en la actualidad. ¿Se trata solo de letras vacías? ¿Es realmente posible empoderar a las personas?
Las dudas aparecen porque este verbo, junto con sus conjugaciones, sustantivos y hasta como adjetivo se repite constantemente en los discursos políticos actuales. Convirtiéndolo en condimento obligatorio de eslóganes electorales en campañas repletas de promesas.
El poder para la gente
En boga en el siglo XXI, la búsqueda del empoderamiento para los ciudadanos no es cosa nueva. Antonio Gramsci y Michel Foucault establecieron por separado su marco conceptual, partiendo desde el pensamiento Marxista. Precisamente este origen hace que el término y todo con lo que suele relacionarse sea visto con ciertas reservas por parte de la población.
Más allá de su génesis próxima a pensamientos de izquierda, ¿qué significa? En palabras simples y planas: dar poder a la gente.
Empoderamiento para los ciudadanos globales
A partir de la Segunda Guerra Mundial, muchos colectivos de mujeres se apropiaron del verbo y lo establecieron como una de sus premisas. El vocablo adquirió entonces una acepción tangible. Los movimientos feministas asumieron que debían obtener el poder que les había sido negado para así valer sus derechos y conseguir la necesaria igualdad de géneros. Una lucha que aún se mantiene vigente.
Desde la primera década del nuevo milenio, el concepto se instaló dentro de las esferas empresariales. En la actualidad el empoderamiento es una estrategia para el liderazgo. Del mismo modo, es un término con aplicaciones multidisciplinarias, pero con un solo fin: ser una herramienta para el desarrollo de las personas a nivel individual, y de la sociedad en lo colectivo.
Para marginados
Fuera de los ámbitos corporativos, hablar de empoderamiento en la actualidad suele estar muy relacionado con objetivos trazados por grupos marginados. Su incumbencia a la hora de servir de marco teórico para aglutinar las luchas de estos colectivos es indudable. Ya no se trata solo de la lucha por los derechos de la mujer.
Los inmigrantes forman parte de los que nadan contra corriente para mantenerse a flote y alcanzar sus objetivos. Para ellos, empoderarse no es fácil. Pero en Globaling estamos convencidos de que sí es posible.
El primer paso es brindar una opción real para contar con instrumentos financieros para administrar mejor los recursos. Así como dar acceso a créditos y al mismo tiempo, que muchos de los ciudadanos globales que se mueven por el mundo, puedan construir el siempre necesario historial crediticio.