Hay conceptos que se escuchan sin cesar en distintos ámbitos de la vida diaria. Ideas que todos (o casi todos) dan por supuestas, pero de las que no siempre se tiene claridad absoluta. Educación Financiera es de este tipo de tópicos. ¿Si sabes todo lo que implica?
A grandes rasgos, se trata de una rama de los estudios económicos que se ocupa de entender y hacer entender el funcionamiento del dinero y de los capitales. Tanto en lo macro (a nivel global o por países) como en lo micro (economía familiar y personal).
El objetivo es proporcionar herramientas y los conocimientos necesarios para mantener finanzas sanas y robustas. Procurar la máxima calidad de vida para los ciudadanos. Y para que cada ciudadano tenga conciencia plena sobre el estado de su economía particular.
Gestión adecuada = Saber administrar el dinero
Esta es la clave. Administrar adecuadamente las finanzas, siguiendo planes específicos y detallados, que permitan alcanzar una serie de objetivos perfectamente delimitados. No dejar nada al azar en cuanto a las decisiones de invertir y ahorrar.
Una buena educación financiera es la base para manejar situaciones de estrés económico. Brinda estrategias para saber cómo reaccionar en los escenarios donde factores externos amenacen la estabilidad económica individual.
Ingresos – Egresos
Parte fundamental de la Educación Financiera es entender la relación entre ingresos y egresos. Esto no es más que conocer en detalle la cantidad de dinero que entra regularmente en las arcas personales y compararlo con lo que sale. Un principio económico básico es que no se puede gastar más de lo que se gana.
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El punto no es limitarse de manera extrema. (Más allá que bajo algunas circunstancias es una opción válida y hasta imprescindible). Hay que entender que si se pretende aumentar el nivel de gastos, primero se deben hacer crecer los ingresos.
Incluso en los supuestos que las ganancias sean elevadas, el autocontrol es clave para mantener el equilibrio. No se trata de convertirse en el clásico ‘pichirre’ o ‘codo’. Es saber en todo momento en qué se gasta el dinero, sin perder de vista la relación ingresos – egresos.
El presupuesto
Ya hemos hablado de la importancia de diseñar un plan presupuestario personal. Muchos piensan que el objetivo es únicamente reducir a cero los gastos superfluos y llevar una vida austera. Pero más allá de las reducciones y la austeridad, de nuevo la clave está en el equilibrio y saber a dónde va el dinero. Más importante aún, darle al dinero el uso planificado.
Además, es imposible tener una idea clara de la relación ingresos – egresos si no se sigue una hoja de presupuesto ajustada a la realidad. Un documento que refleje el manejo diario de la economía. Una hoja de ruta para dar prioridad a las necesidades básicas, pero que también servirá para planificar vacaciones o hasta darse un ‘capricho personal’ siempre que sea posible. Sin poner en riesgo la estabilidad familiar.
Educación Financiera y ahorro
La capacidad de ahorro se relaciona directamente con finanzas sanas y robustas. Cuando no es posible ahorrar es porque el nivel de los ingresos está por debajo de los egresos y los gastos.
En palabras llanas y sencillas, el ahorro representa aquella parte del dinero que entra a las arcas personales regularmente y que no se gasta. Se recomienda destinar un pequeño porcentaje fijo (en torno al 5%) para tal fin.
Pero no es solo ‘guardar’. Es fundamental identificar los objetivos que se persiguen al ahorrar. Con ello se pueden dividir distintas ‘partidas presupuestarias’ para cada meta. Fondos de emergencias médicas o planes de estudios son algunas de las ‘subcategorías’ más comunes. Salir de vacaciones o comprar un coche nuevo también son objetivos legítimos al momento de diseñar un plan de ahorros.
Inversión
Para muchos invertir es un concepto reservado solo para empresarios. Gran parte del impulso que se le ha dado a la Educación Financiera en los últimos años, es masificar la idea de que este es un proceso mucho más simple y cotidiano. No limitado exclusivamente a compras de grandes activos, con millones de dólares involucrados en cada operación.
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A diferencia del ahorro, el dinero no se queda estático en una cuenta bancaria. Se destina a activos o instrumentos que generan renta y que eventualmente aumentan su valor. Eso sí, tampoco se trata de ‘invertir por invertir’. No se puede pasar por alto que toda inversión involucra riesgos.
Deudas
Las deudas nunca son gratis. Si bien es importante disponer de capacidad de endeudamiento, siempre hay que mantener el equilibrio en las finanzas. Esto es igual a que los adeudos no crezcan sin control.
Al optar por mecanismos de deuda, se debe priorizar el financiamiento de activos. Bienes o instrumentos que con el tiempo al menos mantengan su valor. Financiar pasivos puede dar lugar a círculos interminables en los que las deudas se convierten en lastres inmanejables.
Educación Financiera e Inflación
Ya mencionamos al principio de este artículo que la Educación Financiera proporciona herramientas para manejar situaciones que escapan de nuestro control. Y al hablar de economía, un aspecto que no depende en absoluto de las personas, pero que puede afectar el día a día de manera dramática, es la inflación.
La subida en los costes de alimentos y servicios tiene el potencial de erosionar las finanzas personales y familiares. Se traduce en un aumento de los gastos, sin un ajuste equitativo de los ingresos. Es una pérdida del valor real del dinero.
Educación Financiera no solo para ahorrar, también para aprender a invertir con responsabilidad, es esencial para enfrentar con éxito los escenarios inflacionarios. Incluso para adelantarse a ellos y prepararse para lo peor.