Mucho se dice que una economía familiar sana depende en gran medida de una alta capacidad de ahorro. Pero este es un concepto que puede resultar difuso. Algunas personas, de acuerdo a sus circunstancias, lo incluyen en la categoría de Misión Imposible.
Lo cierto es que prestar atención a esta idea resulta fundamental para el bienestar personal. Sobre todo cuando se piensa a mediano y largo plazo, sin atender exclusivamente los deseos del presente.
Concepto básico
En palabras llanas, es la capacidad que tiene una persona de apartar cierta cantidad de dinero y no gastarla. Es una actividad constante, regular. Poder ahorrar implica guardar un monto mínimo cada vez que se registran ingresos en las cuentas personales.
Para disponer de capacidad de ahorro, es elemental que el nivel de ingresos sea superior al de egresos. Es decir, hay que gastar menos dinero del que se gana. Este excedente es el que se debe economizar.
Cómo calcular la capacidad de ahorro
Es común escuchar consejos que hablan de destinar al menos 10% de los ingresos regulares al ahorro. Pero más allá de la voluntad que pueda existir para cumplir con este precepto, no se trata de una ciencia exacta.
Antes de apartar un porcentaje fijo para el ahorro personal o familiar, hay que entender que esta ‘partida presupuestaria’ no puede comprometer las necesidades básicas. O lo que viene a ser lo mismo: solo se puede ahorrar si se pueden adquirir los insumos básicos para la subsistencia diaria.
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Para calcular la capacidad de ahorro, presupuestar detalladamente las finanzas es un paso insalvable. Se debe poner sobre papel (o en una aplicación destinada a ello) los ingresos y gastos. Hay que saber cuánto dinero entra y cuánto sale. Más importante: en qué se gasta.
Un presupuesto personal o familiar permitirá analizar el nivel de gastos. Dar prioridad a algunas cosas y prescindir de otras que no son tan importantes. Lo mismo que controlar cualquier gasto superfluo.
Ahorro e intereses personales
No es recomendable realizar comparaciones entre personas o familias respecto a la capacidad de ahorro. Más allá de que los niveles de ingresos, gastos y endeudamiento nunca serán iguales, también hay que tener en cuenta los intereses de cada quien. Esto hará que las metas al ahorrar no sean las mismas, por lo que los caminos para alcanzar el éxito no siempre serán paralelos.
Cuestión de hábitos
No solo es cuestión de voluntad. Los hábitos personales también juegan un papel fundamental en la capacidad de ahorrar. De hecho, resulta cuesta arriba construir una economía familiar robusta sin buenas costumbres respecto al manejo del dinero.
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Los hábitos requieren constancia y disciplina. Rara vez son instantáneos. Metas claras es otro aspecto fundamental. No se trata de ahorrar solo por ahorrar. Perseguir objetivos específicos, con un tiempo determinado para alcanzarlos, es otra motivación extra para construir buenas costumbres que eventualmente den lugar a una economía personal y familiar sana y robusta.