El 7 de abril de 1948 se fundó la OMS. Y desde 1950, en conmemoración de este aniversario, el séptimo día del cuarto mes calendario corresponde al Día Mundial de la Salud. En la actualidad, con la pandemia por Sars-Cov 2 todavía vigente y los múltiples conflictos bélicos, sociales y económicos que azotan al planeta, la ‘combinación’ salud y migración ha adquirido una nueva dimensión. Añadiendo a lo anterior otra coyuntura cuyas consecuencias siguen sin ser del todo cuantificables: el cambio climático.
La revisión de todos estos temas parece que solo puede abordarse desde ópticas pesimistas. Múltiples problemas que se acumulan y se complementan, sin soluciones aparentes. Al menos no en el corto plazo.
Salud y migración
A lo largo de la historia, el ser humano ha mostrado una tendencia natural a migrar. Movernos constantemente de un lado a otro en búsqueda de condiciones más favorables forma parte de nuestros instintos básicos.
Precisamente los conflictos bélicos, sociales y económicos a los que someramente se hace mención en líneas superiores, han servido de combustible a nuevas olas migratorias. Tanto que hay quienes se atreven a afirmar que “la migración es la megatendencia del siglo XXI”.
Más allá de las causas, en las circunstancias actuales uno de los tópicos más importantes es el relacionado con los servicios de salud. Y de la misma forma en que ya se mencionó más arriba, la visión pesimista suele instalarse en primera línea al abordar los análisis. Parte de los problemas se centran en que “las personas migrantes son especialmente vulnerables a inequidades de salud”.
Retos mayúsculos
Los migrantes suelen ser vistos como invasores. Esto trae como consecuencia que eventualmente sus derechos fundamentales sean violentados. Además de ser víctimas de xenofobia y discriminación.
Por otra parte, solo el hecho de dejar atrás el país de origen para trasladarse e instalarse en otro diferente, representa una acción retadora. Sin importar el nivel de simpleza o complejidad que encierre el proceso, siempre se genera una importante carga de angustia y estrés.
La fragmentación familiar y los sentimientos de desarraigo son otros ingredientes que pueden formar parte de este cóctel. De allí que la salud mental de las personas migrantes también debe estar en el centro de atención.
Mejores condiciones para todos
Salud y migración es una combinación de la cual se seguirá hablando por mucho tiempo. Que se deje de abordar desde una perspectiva pesimista, como situaciones de crisis y calamidad, parece una utopía.
Sin embargo, y aunque parezca utópico, está en las manos de los ciudadanos globales propiciar los cambios positivos. Los movimientos migratorios no solo responden a la búsqueda de mejores condiciones de vida. También los impulsan y eventualmente, los hacen posibles.